El Habano que usted seleccione, la forma en que lo corte, lo encienda y cómo se lo fume, son decisiones que dependen única y exclusivamente de usted y de su elección. Sin embargo, existen siempre algunas recomendaciones prácticas que se deben tener presentes.
La elección
Se requieren cuatro de los cinco sentidos a la hora de elegir un Habano, o los cinco si, como algunos creen, se considera que se puede deducir algo al escuchar el sonido de un Habano al palparlo cerca de sus oídos.
La capa debe agradar a la vista. Quizás usted prefiera un color claro , o quizás uno maduro u oscuro. De cualquier manera, el color debe ser uniforme en todo el Habano y la hoja de capa debe tener cierto brillo. No se preocupe si aprecia alguna mancha blanca o verde. Estos son efectos naturales, puntos de belleza si así lo quiere, que aparecieron durante los procesos de crecimiento o de curación. Ninguno de ellos afecta la calidad del Habano.
Palpe el Habano suavemente, presionándolo ligeramente entre sus dedos pulgar e índice para verificar su estado. Lo debe notar firme pero no duro al tocarlo.
Disfrute de los aromas que emanan de una hoja bien curada, que siempre constituye un anticipo de los sabores que posteriormente disfrutará.
El sabor sólo puede evaluarse al fumar; todo un reto si consideramos que existen más de 250 puros distintos y 27 marcas diferentes de Habanos, cada una con su propio estilo.
A los que se inician, se les aconseja experimentar con alguna vitola de referencia, que exista en varias marcas, tales como la Mareva.
Comience con una de las marcas de menor fortaleza
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Para los fumadores más experimentados, la mejor guía es la cantidad de tiempo con que cuenten.
Recuerde que un Habano de Tripa Larga se hace de forma tal que su sabor se intensifique por etapas a medida que usted lo fuma.
Sería una verdadera pena abandonar un Habano, antes de que haya tenido tiempo de mostrar sus verdaderas características. Así que seleccione una vitola que usted tenga tiempo suficiente de disfrutar desde el principio hasta el final.
El corte
El corte deberá hacerse justo encima de la línea donde el gorro se une a la capa (en Figurados se recomienda 3mm desde el borde).
El objetivo es bien sencillo. Se debe crear una apertura lo suficientemente amplia como para asegurar un tiro adecuado, al mismo tiempo que se garantiza que una parte de la perilla permanece, para así evitar que la capa se desprenda.
Existen varios instrumentos que pueden realizar el corte. Se les suele denominar cortaperillas. El más popular es una guillotina de una o dos hojas. También existen las tijeras especiales para los Habanos. Otro es el cortador de troquel (o de bala) con su cuchilla circular: éste elimina una sección de la perilla del Habano, y tiene la ventaja de preservar la forma de esa perilla aunque tiene varias limitaciones, como en el caso de los Habanos figurados.
No son recomendables los cortadores en forma de “V”, que tienden a romper el gorro. Tampoco se debe perforar la tapa con un fósforo o un palillo de dientes ya que con esto se comprimirá la tripa formando un nudo que puede impedir el correcto tiro del Habano.
No retire la anilla ya que podría dañar la capa.
El encendido
Aquí se aplican dos principios.
El primero de ellos es encender su Habano con una llama inodora. Utilice siempre un encendedor de gas butano, un fósforo de madera o un pedazo de lámina de cedro. Nunca utilice un encendedor de gasolina, un fósforo de cera o una vela porque su aroma se impregnará en el Habano.
El segundo principio es tomarse su tiempo y realizar un buen encendido. No hay nada que pueda arruinar el disfrute de un Habano más rápido que un encendido insuficiente.
A continuación le ofrecemos un pequeño ritual para ayudarle a que siempre lo realice en la forma correcta:
Mantenga la boquilla (parte por donde se enciende el Habano) a unos 90 grados de la llama y hágalo girar hasta que la superficie esté encendida de forma uniforme.
Coloque el Habano entre sus labios y, a la vez que mantiene la llama a un centímetro de la boquilla, aspire hasta que la llama llegue al Habano. Continúe el proceso de rotación del Habano.
Sople suavemente sobre la parte encendida del Habano para comprobar que está encendido uniformemente.
Fumando
No inhale – no se trata de un cigarrillo. Aspire suavemente hasta que el humo llene la boca y permita que se regodee en sus papilas gustativas.
Relájese y saboree los sutiles sabores y aromas de la ligada de ese Habano.
No deslice ni intente retirar la anilla, ya que corre el riesgo de rasgar la capa, y así arruinar su Habano.
No hay problema alguno en volver a encender su Habano si se apagara. Pero primero retire toda la ceniza suelta o le resultará difícil volver a encenderlo.
Se puede fumar un Habano con pleno disfrute probablemente hasta las tres cuartas partes de su tamaño. No se preocupe por la longitud y la suerte que corra la ceniza. No se debe golpear nerviosamente un Habano para sacudirle la ceniza, tal como uno hace con un cigarrillo. Permita que la ceniza caiga por sí misma, preferiblemente sobre un cenicero.
El adiós
Cuando llegue el triste momento de separarse de su Habano, no lo aplaste. Déjelo descansar sobre el cenicero y él se apagará solo. Permítale morir con dignidad.
Artículo de la página oficial de Habanos S.A.